Oye, escucha
Concebir un espectáculo como Oye-Escucha puede tener mucho de atrevimiento,
pero llevarlo al escenario y además bien, o muy bien, ya sí que es rematadamente difícil.
Antonio Zafra, actor de larga trayectoria especialmente curtido en la comedia, ha ideado
una propuesta al más puro estilo stand-up comedy en la que cuenta cómo es el día a día de
las personas sordas. Parte del contenido está inspirado en su propia experiencia con la sordera,
aunque también ha recabado testimonios de educadores y varias voces autorizadas que comparecen mediante
proyecciones de vídeo. El principal valor de la obra reside en cuanto tiene de revelación: la mayor
parte de las situaciones que recrea Zafra, desde una conversación comercial por teléfono a la espera
de un aviso por megafonía, son desconocidas para el gran público, que rara vez puede llegar a plantearse
la existencia en esos términos. Zafra se refiere a las personas sordas como invisibles, y ciertamente
sus pequeñas y grandes tragedias pasan inadvertidas. Así, el actor, acompañado en escena por una eficaz
intérprete de lenguaje de signos, conduce al espectador a la piel del otro, a un mundo distinto en muchos
aspectos que sin embargo late, a veces, bien cerca.
Y lo hace con la mejor herramienta posible: el humor. Pero donde Zafra se revela un maestro del oficio es a la
hora de provocar carcajadas cuando evoca en escena situaciones realmente duras, siempre con el máximo rigor y respeto.
O con la mayor fidelidad a la sensibilidad humana, en la que la risa ante la adversidad es una moneda mucho más
corriente de lo que conscientemente muchos están dispuestos a admitir. Oye-Escucha es un espectáculo descacharrante
y a la vez serio, que no evita los malos tragos y llama a las cosas por su nombre. Sólo un actor de la talla de
Antonio Zafra, capaz de abrazar la escena como en un baile, llega a poner un patio de butacas lleno a escuchar
con los ojos. Conmovedor y libre. Inolvidable.
Enlece a crítica completa
Paseo por Hamlet
Antonio Zafra ofrece una lección de versatilidad dando vida al resto de los personajes.
Lo hace ceñido al gesto sutil a la vez que rotundo, un algo que define al personaje
en el instante –la delicadeza trágica con la que se compone el velo la reina Gertrudis,
la afectación del saludo del cómico de la legua, la sonrisa desconcertada y traidora
de Rosencratz/Guildenstern- unos segundos inspirados que revelan el gran actor que es Zafra.
-Paco Bernal - Aforo Libre - Enlace
Antonio Zafra y Mel Rocher que hacen un trabajo actoral para quitarse el sombrero.
Consiguen hacernos olvidar sus cuerpos para penetrar sus almas y descubrirlas
desnudas en toda la crudeza de cada personaje que interpretan.
Así Zafra puede ser la dulce Ofelia o la madre desnaturalizada (Gertrudis),
el hermano fratricida del padre de Hammlet, ahora nuevo esposo de su madre (Claudio),
el propio Rey Hamlet o el amigo de Hammlet: Horacio.
- Rosa Parra -
Antonio Zafra pone cuerpo, voz y alma al resto de personajes con una capacidad
tremenda de decir mucho con muy poco, ayudado a veces con recursos efímeros
(proverbial su construcción del espectro con la linterna) y
virtuoso en la resolución de la metamorfosis con apenas un
par de pases (sí, en esto los buenos actores se parecen a los buenos toreros).
Toda una confluencia de talento, en fin, para que el teatro siga valiendo la pena.
-Pablo Bujalance - Enlace
Historias con H
Su autor, Carlos Zamarriego, lo explicita todo de forma amable pero implacable,
en el momento te ríes con las magníficas interpretaciones, pero cuando la obra acaba,
se te queda un deje amargo en la memoria, sobre todo pensando en la situación del viudo
de la comedia, genialmente interpretado por Antonio Zafra, que tiene que sobrellevar
la vicisitudes que le va poniendo la vida adaptándose a ellas, más que dominándolas.
Su interpretación de desgraciado al que golpea la vida bordea ese límite tan fino de
comedia en que solo un gran actor puede lograr mantenerse, sin caer en la tragedia
directamente. -Rosa Parra-
Tú a Londres y yo a ...
Erase una vez un actor que cuenta anécdotas de su vida, no un monologuista al uso. Algo más que monólogo, teatro lleno de vida, vida que inunda el teatro. Un actor, un artista: Antonio Zafra.
Cualquier persona puede contar su vida, y lo puede hacer con gracia o con mal ángel, pero contar tu vida con arte y siguiendo un hilo teatral que atrape al oyente, con introducción, nudo y desenlace, convirtiéndolo en teatro de la vida solo lo puede hacer un artista, en este caso un actorazo que transmite su arte y logra contagiar al público que abarrota la sala. La sonrisa, la carcajada, la nostalgia, y la sorpresa fueron la seña de identidad de una función que trasmitía optimismo. Antonio Zafra con la Tú a Londres y Yo a la Maynake de Antonio Zafra. Sala Joaquín Eléjar. Colectivo Cultural Maynake.ternura que le caracteriza y su gran humanidad que traspasa el escenario triunfó otra vez.
Zafra es un actor versátil, que lo mismo hace drama que comedia. Que ya ha demostrado su calidad interpretativa en papeles tan emblemáticos como su rol de El Enano Martínez en El Camino de los Ingleses dirigido por Antonio Banderas. Al lado de Victoria Abril, Juan Diego, Fran Perea, etc… no solo estuvo a la altura de estos intérpretes consagrados, sino que sobresalió y se comía la cámara, en esos primeros planos en los que sus ojos demostraban todos los oscuros sentimientos que ocultaba su personaje.
Antonio no le ha hecho ascos a nada en su profesión, ha comenzado desde cero, primero formándose en la ESAD de Málaga y en múltiples talleres y cursos, y finalmente simultaneando estos y los bolos que le salgan. Ha trabajado en cine, teatro, TV, radio…sus participaciones en series de éxito como Arrayán, S.O.S. Estudiantes, etc, demuestran que es un todo terreno y que su vis cómica llega al gran público.
Ha trabajado en la compañía teatral Mandrágora Teatro, ha movido títeres, ha hecho cortos. No hay nada de la profesión que no haya tocado y que no lo hay hecho con calidad y maestría.
A pesar de la crisis que afecta tanto al mundo del espectáculo, él ha logrado mantenerse y aunque no soplen “buenos vientos para la lírica” y aunque muchas veces haya pensado en tirar la toalla, él ha conseguido mantenerse y ha desarrollado una trayectoria actoral que no todos los de su generación han podido llevar a cabo, por eso considero que es afortunado y que lo seguirá siendo en el futuro. Un aplauso para Antonio.
-Rosa Parra-
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